Nuestra experiencia
Al terminar este primer año de catequesis, todos sentimos una gran felicidad. Y eso es precisamente lo que debe distinguir a todos los niños cristianos.
Los cristianos debemos vivir siempre felices, porque somos hijos de Dios. Y esa dignidad tiene muchos efectos en nuestra vida.
Terminemos este curso proclamando nuestra felicidad:
-¿Qué sentimientos tienes al terminar este primer año?
-¿Qué te gustó más de la vida de Jesús?
-¿Cómo le demuestras a Dios que te sientes "su hijo"?
-¿Por qué debemos celebrar"la fiesta de los hijos de Dios"?
-¿Cómo te gustaría que celeráramos esa fiesta?
La Palabra de Dios
-A pesar de algunos de sus discípulos, Jesús demostró que amaba a los niños y quería que se acercaran a él como niños. Leamos Marcos 10,13-16
Explicación del mensaje
-Los bautizados vivimos felices, ante todo, por el mundo que nos rodea. Todas las maravillas del universo son para nosotros "un regalo de nuestro Padre". Lo importante es que aprendemos a gozar con todo ese mundo de pequeños detalles que embellecen nuestra vida, "esas alegrías sencillas y cotidianas que están al alcance de todos".
-Pero los niños bautizados tenemos un motivo mil veces más grande para sentirnos felices: es la seguridad de que Dios nos ama con un amor inmenso, con un amor que no tiene límites, porque Él es nuestro Padre. "Sentirse amado": eso es lo más bello que hay en el mundo. Esa es la felicidad que nos dan, también, nuestros papacitos de la tierra. Pero, cuando el que nos ama es Dios, nuestro Padre, entonces la felicidad supera todos los límites.
-Por eso está bien qué, al terminar este curso, celebremos juntos la fiesta de los hijos de Dios. Sí, una fiesta de verdad, una fiesta en la cual nosotros les diremos a todos que estamos felices porque somos hijos de Dios (p.52).
Marcos 10, 13-16
Jesús y los niños
Acércate a Jesús, como estos niños, y dibújate con ellos. Da gracias a Jesús coloreando la frase.
GRACIAS , JESÚS.
La mejor manera de terminar este curso es celebrar "la fiesta de los hijos de Dios". Nuestros padres y catequistas nos ayudarán a celebrarla.
Dejad que los niños vengan a mí. (p.53).
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