miércoles, 27 de agosto de 2014

TEMA 22 DE COMUNION: JESUS NOS DA COMO ALIMENTO SU CUERPO Y SU SANGRE

Nuestra experiencia
Lo más maravilloso de la invitación que Dios nos ha hecho es que, en esa cena, Él nos da como alimento su propio cuerpo y su propia sangre.
Si Jesús mismo no lo hubiera dicho claramente, una y otra vez, nosotros no nos atreveríamos ni a pensar en semejante cosa. Pero Él dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo" (Jn 6, 15).

Y para Dios nada es imposible (Lc 1,37).

-¿Qué diferencia hay entre un pan y la hostia consagrada?
-¿Dónde guarda el sacerdote las hostias consagradas?
-¿Por qué adornamos el sagrario y encendemos una lámpara?
-¿Qué signo de adoración hacemos ante el Santísimo?
-¿Cuánto celebramos la fiesta del "Corpus Christi"?

La Palabra de Dios
Leamos las palabras con que Jesús se despidió en la Última Cena (Juan 15, 1-10.26). Y dibujemos la vid, que es Jesús, y las ramas, que somos nosotros.

"Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador."
"Yo soy la vid,
ustedes los
sarmientos.
El que permanece
unido a mí, como
yo estoy unido
a él, produce
mucho fruto.
Porque separados
de mí, no pueden
hacer nada".

"Como el Padre
me amó, yo
también les he
amado a ustedes...
Permanezcan
en mi amor.
Si guardan mis
mandamientos,
permanecerán
en mi amor..."

Mensaje cristiano
-El momento más solemne de la santa misa es cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración. Recuerda lo que dijimos en el tema 14.
-El pan entonces se convierte en el cuerpo de Cristo. Y el vino, en su sangre preciosa. Es el gran misterio de nuestra fe. Y nosotros nos llenamos de admiración cuando lo celebramos.
-Pero más admirable aún es que el sacerdote, siguiendo el mandato de Jesús, nos dice en su nombre:  Tomad y comed todos de él. Tomad y bebed todos de él.
-La hostia consagrada es pues, verdaderamente el cuerpo de Jesús y el vino consagrado es de verdad la sangre de Jesús . En esa hostia y ese vino consagrados está de veras Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre.
-Por eso nosotros recibimos la comunión con un profundo respeto. No podemos recibirla si estamos en pecado mortal. En ese caso, debemos confesarnos antes.
-Por eso también la Iglesia trata las hostias consagradas con gran piedad y respeto:
      -Las guarda en un sagrario precioso.
      -Enciende una lámpara frente al sagrario para recordarnos que el Señor está ahí.
      -Recoge con cuidado las partículas que caen de las hostias.
      -Le rinde culto a Jesús en la Eucaristía.
-Al recibir la eucaristía, nos unimos a Cristo como las ramas al tronco de la vid.

Expresión de la fe
Aclamación
Cada vez que comemos este pan y bebemos este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

(pp. 56-57).

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