Ofrezcamos el sacrificio
de reconciliación
Lo más bello e importante, el centro de toda la santa misa es la plegaria que el sacerdote eleva a Dios, él solo, desde el prefacio hasta el Padrenuestro.
En ese momento se realizan
los más grandes misterios:
-Por el poder infinito de Dios, el pan y el vino se
convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo.
-Cristo renueva la última Cena ofreciendo
sacrificio de su vida.
-Nosotros recordamos su pasión, muerte, resurrección y ascensión.
-Ofrecemos al Padre esa historia pura, santa e
inmaculada.
Los fieles escuchamos en silencio
esta plegaria eucarística,
siguiendo con el corazón
cada una de sus palabras.
Y participamos en ella
con las diversas aclamaciones.
Lo más importante es que así le ofrecemos
a Dios Padre, en unidad con el Espíritu Santo,
el sacrificio eterno de Jesús.
Y por él recibimos el perdón de los pecados.
(p.35).
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